Plumilla y tinta china sobre cartulina |
Para Fran Amaya que me dio el escorpión
Para Ángela Angelusa que me ofreció el tono y el inicio
qué silencio de llama
de sierpe que oscila como lengua
de borboteo de sombras en la luz
de arena que resbala
imperceptible
en una densidad de tiempo inmóvil
que pesa
qué silencio de hormiga
de lagarto, de araña
con sus huellas marcadas
como restos prehistóricos
en caminos sin tránsito
qué silencio de brisa
que no encuentra más hoja
que la piedra
y su raspar de líquenes
y silba en oquedades
como en tumbas
ya sin huesos ni memoria
del que allí yace
qué silencio de uña
que no escribe en el tiempo
hoy dormida
al acecho de otro rumor
que no sea la muerte
No sé qué decir, Emilia, el poema es magnífico, el dibujo precioso y bueno... la dedicatoria me emociona.
ResponderEliminarGracias.
qué hermoso, Emilia
ResponderEliminarQuerida Emilia, muchísimas gracias por esta visión tan esencial de los escorpiones. Ya vamos descubriendo juntos que en la piedra, a veces enterrada, se encuentra el origen de todo, o de nada, como diría Pepe Hierro. Un abrazo con toda mi fuerza, Fran.
ResponderEliminarGracias por ese dibujo porque eso es lo que tú dibujas con tus palabras, imágenes magníficas, para los que quieren y desean verlas.
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