Jorel Duarte Casares, verano 2014, 4 años |
Juego de pirañas, la vida, ahora, mientras sostienes en indeciso combate los dientes afilados, la mandíbula grande abierta.
No hay que meter la pata, esa forma que tiene el destino de cumplirse.
No es ser torpe o listo, hábil o perezoso lo que marca el destino.
Meter la pata o no meterla son dos mundos posibles. Luego, no hay vuelta atrás.
No llamar la atención, pasar inadvertido, ser invisible. Único modo de salir airoso.
Una vez descubierto, a la intemperie, sólo queda esperar que las fauces se cierren por toda promesa.
Jorel Duarte Casares, verano 2014, 4 años |
No hay comentarios:
Publicar un comentario