viernes, 11 de octubre de 2024

Lengua, territorio y poder

 



El primer vocabulario o estudio de un habla de la zona norte de Extremadura, en concreto de Malpartida de Plasencia, realizado por descendientes de sus hablantes que llega a mis manos, es del año 1999. Se trata del estudio El habla de los chinatos elaborado por Carlos Canelo Barrado y Celestino García García (en proceso de reedición) que incluye las peculiaridades fonéticas y las variaciones semánticas cuando hay colisión con la definición de la RAE. La incidencia de los medios de comunicación a partir de los años sesenta del pasado siglo y el desuso paulatino de léxico, giros y formas de pronunciación propias es lo que está en el origen de publicaciones y estudios que se han ido sucediendo en los últimos años. Traigo las que se ven en la imagen porque sus autores me las han ido haciendo llegar.

En 2015 Miguel Serrano Martín, paisano de prodigiosa memoria, saca a la luz Vocablos y expresiones tradicionales de Malpartida de Plasencia que viene a complementar los estudios anteriores que habían salido en publicaciones locales “Malpartida de Plasencia. Notas para un estudio” en Raíces chinatas, “El extremeño” en Aires chinatos o El habla de los chinatos del que hemos hablado. Anota Dionisio Clemente en el prólogo que lo que aporta el librillo de los vocablos y expresiones de Miguel Serrano es haber tenido en cuenta si esas palabras aparecen o no en el diccionario de la RAE y la significación peculiar en el uso que hacen los chinatos de esas palabras. No se trataría solamente de recoger aquellos vocablos con variaciones fonéticas y la labor de recopilación la realiza de 1970 a 2014.

Dos estudios de la mano de profesores universitarios complementan estos estudios locales: Diccionario extremeño de Antonio Viudas Camarasa y Diccionario extremeño de Juan Kam (seudónimo de Juan Camisón).

El Diccionario extremeño de Antonio Viudas Camarasa con dos ediciones, una de 1980 y otra de 1988, constituye un trabajo exhaustivo y documentado con rigor sobre el dialecto extremeño donde, además de recoger las variantes fonéticas, especifica la localización del vocablo en un territorio concreto cuando está documentado y acompaña láminas ilustradas de instrumentos de trabajo y mobiliario de uso cotidiano o propio de labores artesanas. Abarca las variantes de toda la geografía extremeña y contextualiza históricamente su procedencia. Interesantes son los textos donde muestra esa forma de hablar en el contexto de una narración o de un diálogo. 

Recién salido de imprenta me llega de Juan Kam un grueso Diccionario extremeño, en dos volúmenes, que el propio recopilador considera como “mi diccionario extremeño” porque recoge no sólo cuestiones y léxico de sus 35 años de estudios sino también el habla que le nutrió durante su infancia y que fue recopilando en un exhaustivo trabajo de campo. Se centra en el habla del norte de Extremadura con algún apunte a vocablos que comparte con las hablas de Badajoz. Su propia producción literaria se adentra en la aventura de hacer del extremeño lengua literaria y de cultura siguiendo el camino abierto por Gabriel y Galán que varios escritores han seguido después con mejor o peor fortuna como recogen tanto Viudas Camarasa como Juan Kam. El estilo de Juan Kam consigue elevar la lengua a lengua literaria, véanse la narración “La mardición de Marián” en Cuentos desconcertantes III,  los diálogos de personajes en la novela Hijos de sangre, el volumen de poesía Marabajas. Poesía extremeña o el poema que abre Per versum, “Jeríu de muerti”.

Si en los trabajos citados de los paisanos de Malpartida de Plasencia la intención era conservar para las generaciones venideras lo que ya estaba casi perdido y corría el riesgo de olvidarse como rasgo identitario de la comunidad, en los diccionarios referidos el ámbito se extiende la región de Extremadura. Abunda Viudas Camarasa en la idea de que se trata de un dialecto que tiene términos comunes con hablas limítrofes y con variantes locales dentro de la propia Extremadura. Al ser un habla carece de una grafía definida. Se apoya en los estudios filológicos y dialectales ya realizados por distintos especialistas desde las universidades para reducir de 11.000 a 8.000 los vocablos que configurarían la variedad dialectal del extremeño. El diccionario de Juan Kam da un paso más. Aunque parte de una misma documentación universitaria, propone estabilizar las grafías siguiendo la lógica interna de la lengua y abandonando los criterios fonetistas utilizados hasta ahora y defiende la idea de que el extremeño es la lengua propia y no una variedad dialectal del castellano.

La parte más entrañable de este diccionario es la inclusión de citas recogidas de los propios hablantes en gran parte de los vocablos. Al recorrerlas emerge una visión del mundo, una imaginación lingüística, quizá antes considerada llena de vulgarismos, que dejan entrever un universo peculiar impuesto por las rudas condiciones de vida y que alimentan lo mejor de su poesía extremeña y su novela bárbara, Hijos de sangre. Sin embargo, el interesante juego literario, la investigación y marcarse como objetivo hacer del dialecto lengua de cultural y literaria puede conducir a fundar una identidad peculiar que incida en las diferencias que es el camino que exploran los partidarios de los nacionalismos. Una cosa es la conservación del legado lingüístico producto de contextos históricos complejos y otra muy distinta el uso y abuso que, desde el ámbito político, puede hacerse de esta riqueza. Esto último empieza a parecerse a un virus inoculado desde las oligarquías territoriales, que enmascaradas, se perpetúan siempre. 

Lengua, territorio y poder. Esa triada a no perder de vista. 

 




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