viernes, 27 de abril de 2012

el que habita bajo piedras

Plumilla y tinta china sobre cartulina

Para Fran Amaya que me dio el escorpión
Para Ángela Angelusa que me ofreció el tono y el inicio

qué silencio de llama
de sierpe que oscila como lengua
de borboteo de sombras en la luz
de arena que resbala
imperceptible
en una densidad de tiempo inmóvil
que pesa

qué silencio de hormiga
de lagarto, de araña
con sus huellas marcadas
como restos prehistóricos
en caminos sin tránsito

qué silencio de brisa
que no encuentra más hoja
que la piedra
y su raspar de líquenes
y silba en oquedades
como en tumbas
ya sin huesos ni memoria
del que allí yace

qué silencio de uña
que no escribe en el tiempo
hoy dormida
al acecho de otro rumor
que no sea la muerte

domingo, 22 de abril de 2012

Fin de fiesta

El cuaderno, Semanal de Cultura de la Voz de Asturias, desaparece en papel, la crisis se lo va llevando todo, pero seguirá en el blog El cuaderno. Hojeando el ejemplar del 15 de abril, me encuentro con un artículo sobre el editor millonario y comunista, Feltrinelli del que tuve noticia cuando preparábamos el homenaje a Mario Merlino en la revista En Sentido Figurado (enero 2010), tras su muerte. Me encontré una breve reseña de la vida de Feltrinelli en la web de Clara Obligado, que colaboró generosamente en el homenaje y acabé escribiendo un cuento, "Fin de fiesta" para Mario Merlino sobre Feltrinelli. Hoy descubro que su hijo Carlo Feltrinelli contó su vida en  Senior Service. Biografía de un editor (Tusquets, 2001) y pienso en el reguero de sangre que dejan a su paso  los que sueñan mundos posibles con exceso de acción.


FIN DE FIESTA
                              A Mario, esta vida ficcionada de un editor singular

A Gingiacomo Feltrinelli, editor del Gatopardo de Lampedusa, empezaron a confundírsele los sabores en la boca, las ideas en la cabeza, el deseo y la realidad, y el doctor Zivago diagnosticó un proceso de degeneración nerviosa. La percepción de matices gustativos se le fue haciendo fantasmagoría, y el delirio de papilas en la lengua, baile frenético de aromas, carnaval de sentidos. Cada cosa que introducía en la boca, fuera alimento, golosina, bebida o pasteles conocidos con el nombre procaz de teta de novicia, producía un estallido mágico y, poco a poco, desfilaban por su boca no sólo lo dulce, lo salado o lo amargo sino la certera corporeidad de lo evocado, en apretada alucinación gustativa. Beber un vino era encontrar de pronto, en el fondo de la lengua, toda la polifonía de sabores y aromas variopintos de la vida. No sólo la frambuesa, la miel o el regaliz colmaban con sus texturas la gruta de la boca, sino que hasta la mismísima calidez de los aromas a madera del ébano le electrizaba la piel como un relámpago. La miga mollar de la focaccia traía no sólo el olor de las muchachas de negros cabellos sueltos de Vía Vetusta sino la lozanía de las muchachas mismas. La corteza de una pizza margarita desplegaba los fuegos de poniente sobre el mar como espejismo en el estrecho de Mesina. Encontraba en las oquedades de las magdalenas apretado bullir de besos, de roces húmedos de labios y de lenguas ya gustados. Volvían los senos y los juegos amorosos al contacto de su lengua con el dulce mágico, como si los gozos de la vida escaparan del fluir del tiempo y se trocaran presencia pura.

Feltrinelli, el editor que soñaba una república de literatos, poetas y científicos, y comentaba con socarronería

− El gobierno de los filósofos siempre acabó mal, en catástrofe y parálisis por exceso de escrúpulos y falta de acción

avanzaba por la vida, como por un festival continuo, hechizado, embrujado. Zivago intuye el desastre que le acecha y le previene:

− El festival de su vida acabará como acaban todas las fiestas, en sabores de vómito y aromas de detritus, sin vuelta atrás. No es mortal, ni nada grave, mi querido Giangiacomo, pero no tiene cura.

Le cuenta que las degeneraciones nerviosas en aquellos a los que les afecta la vista provocan visiones de paraísos que no existen: flores y tapices de pájaros volando, retículas de color y estampados de papel pintado; un mundo feliz y abigarrado, que se abisma hacia lo negro y oscuro definitivo del apagón final.

− A veces, -añade- previo paso por un mundo aterrador habitado de pulular de insectos sin cuento y criaturas terribles que obligan al que lo sufre a vivir con los ojos permanentemente entornados. Feltrinelli, que sueña la igualdad de los hombres bajo la intoxicación de caviar mezclado con champaña, que hizo siempre su sacrosanta voluntad y tuvo el privilegio de saborear los goces de la vida dos veces, en presencia y evocados. Feltrinelli, el comunista multimillonario, maldice a Zivago cuando le anuncia el sabor del vivir proletario con todos sus matices, sin filtro metafórico posible, como una pesadilla.

− Y tú, doctor ignaro, mentecato, nulidad burguesa, ¿nada has de hacer para evitarlo?

Entonces urde un plan para un final de fiesta con traca y fuegos de artificio digno de su nombre, Fel-tri-nel-li,
como otros tantos estallidos de petardos en cada una de sus sílabas: sabotear las luces de Milán antes que el
sabor y el aroma de la miseria humana –que no entiende de castas ni ahorra el sufrimiento al potentado− lo alcancen. Dejar a Milán sumido en una profunda e interminable noche, como aquella hacia la que él se abisma.

Lo que no sabe, mientras sujeta con los dientes el cable de la bomba que prepara, es que Zivago ha errado el diagnóstico, que la enfermedad que le aqueja es no sólo grave, sino mortal por desesperanza. Cuando aprieta firme los dientes sobre el cable, un breve crujido recorre las mandíbulas, un sabor hediondo le impregna de la lengua a los pedos, como si una cucaracha le vertiera sus entrañas boca adentro. Escupe bruscamente, palmoteando en el aire, el cable. Vuela de golpe el artefacto, salta, brinca en las baldosas y… Lo que sucedió entonces es de todos conocido, y ya es historia.

jueves, 19 de abril de 2012

Tabula combinatoria

Tabla combinatoria, Athanasius Kircher, Turris Babel, Amsterdam, 1679.  Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos, Siruela, 2007 (p. 280)



































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No me gusta el mundo que convocan


lunes, 16 de abril de 2012

Simetría del cuerpo

Claudio Duarte, 2006
Gran parte de los poemas que forman el Libro del arrebato de Ángeles Pérez López parecen emerger de un fragmento en prosa de la novela La montaña mágica de Thomas Mann. La traducción libre, poética, de una idea, la simetría del cuerpo, se hace explícita en el poema de Pérez López "Dos piernas, dos rodillas, dos tobillos" y recorre y fecunda  casi todos los poemas del libro. El mismo tono de exaltación jubilosa del cuerpo recorre ambos textos. La torsión de uno a otro texto radica en que de la declaración de amor, pura presencia de cuerpos en el primer encuentro entre Hans Castorp y Madame Chawchat, pasamos en el texto de Pérez López a la recreación en ausencia del encuentro amoroso, desgranado jubilosamente a lo largo de todos los poemas que conforman el libro y donde la anatomía del cuerpo, como en el fragmento de la declaración amorosa de Hans Castorp, constituye el eje de torsión, de creación del texto. Sin embargo, hay una diferencia notable entre ambos. Si la declaración de amor de Hans Castorp está teñida de exaltación amorosa más allá de la muerte y de plegaria rendida ante la dama, de rodillas, sin tocarla, amor platónico, casi místico; en el Libro del arrebato el ejercicio espiritual o la unión de amor y muerte están ausentes. El tema central no será la muerte y la decrepitud del cuerpo, sino la soledad del hombre en la inmensidad de un universo que pesa.

Claudio Duarte, 2006
Regarde la symétrie merveilleuse de l'édifice humain, les épaules et les hanches et les mamelons fleurissant de part et d'autre sur la poitrine, et les côtes arrangées par paires, et le sexe obscur entre les cuisses! Regarde les omoplates se remuer sous la peau soyeuse du dos, et l'échine qui descend vers la luxuriance double et fraîche des fesses, et les grandes branches des vases et des nerfs qui passent du tronc aux rameaux par les aisselles, et comme la structure des bras correspond à celle des jambes. Oh les douces régions de la jointure intérieure du coude et du jarret avec leur abondance de délicatesses organiques sous leurs coussins de chair! Quelle fête immense de les caresser ces endroits délicieux du corps humain! Fête à mourir sans plainte après! Oui, mon Dieu, laisse-moi sentir l'odeur de la peau de ta rotule, sous laquelle l'ingénieuse capsule articulaire sécrète son huile glissante! Laisse-moi toucher dévotement de ma bouche l'arteria femoralis qui bat au fond de ta cuisse et qui se divise plus bas en les deux artères du tibia! Laisse-moi ressentir l'exhalation de tes pores et tâter ton duvet, image humaine d'eau et d'albumine, destinée pour l'anatomie au tombeau, et laisse-moi périr, mes lèvres aux tiennes!

Claudio Duarte, 2006
¡Mira la simetría maravillosa del edificio humano, los hombros y las caderas y los senos floridos a ambos lados del pecho, y las costillas alineadas por parejas, y el ombligo en el centro, en la blandura del vientre, y el sexo oscuro entre los muslos! Mira los omóplatos cómo se mueven bajo la piel sedosa de la espalda, y la columna vertebral que desciende hacia la doble lujuria fresca de las nalgas, y las grandes ramas de los vasos y de los nervios que pasan del tronco a las extremidades por las axilas, y cómo la estructura de los brazos corresponde a la de las piernas. ¡Oh, las dulces regiones de la juntura interior del codo y del tobillo, con su abundancia de delicadezas orgánicas bajo sus almohadillas de carne! ¡Qué fiesta más inmensa el acariciar esos lugares deliciosos del cuerpo humano! ¡Fiesta para morir luego sin un solo lamento! Sí, Dios mío, déjame sentir el dolor de la piel de tu rótula, bajo la cual la ingeniosa cápsula articular segrega su aceite resbaladizo! ¡Déjame tocar devotamente con mi boca la "arteria femoralis" que late en el fondo del muslo y que se divide, más abajo, en las dos arterias de la tibia! ¡Déjame sentir la exhalación de tus poros y palpar tu vello, imagen humana de agua y albúmina, destinada a la anatomía de la tumba, y déjame morir con mis labios pegados a los tuyos!
Thomas Mann,  La montaña mágica
trad. de Mario Verdaguer, Ediciones G.P., 1972, pp. 435-436


Claudio Duarte, 2006
Dos piernas, dos rodillas, dos tobillos, 
los dedos diminutos de los pies
que son tan parecidos unos a otros
y suman sus falanges en parejas,
los huesos semejantes, sucedidos
y su contaduría vertebral
para escribir el peso o el fulgor
son nómina y carbón en papel copia,
perfecta simetría con que el cuerpo
busca no estar tan solo y se consuela
del lunes y su abrazo envenenado.
Por eso se acompasa en paridad,
escruta sus meninges, sus alardes,
su tiempo entristecido y concluyente
y cuenta sus costillas mientras gime,
porque es inmensa la llanura sola
y el sol está tan lejos como el mar.
El día en que nos faltan los afectos,
palabras olvidadas como trébede,
justicia, lapicera o resplandor,
cuando estalla la flor de la torpeza
y aroma los manzanos al troncharse,
el cuerpo se conforma como puede,
busca su concordancia, su acomodo
para la ley de las compensaciones
y balancea su peso duplicado
por el estrecho beso de lo dual.
Tan sólo los impares desiguales
-el sexo, el corazón o la cabeza-
revientan en su plomo solitario,
reclaman con ardor para la sed
y exigen de algún modo compañía,
un canto en que se enreden otras voces
haciendo más liviano el universo.



Ángeles Pérez López
Libro del arrebato
Alcancía, 2005, pp. 9-10


domingo, 15 de abril de 2012

quién lo hubiera dicho

vuelven, como antaño, las voces
que pregonan servicios, de paso
por la calle
profesiones perdidas en el sueño de la infancia
vuelven
el afilador

el chatarrero, oiga, el chatarrero
a la puerta de su casa

se recogen chatarras viejas
se recogen chatarras de todo tipo
baterías viejas
camas viejas
lavadoras, televisores, frigoríficos

se recogen chatarras
a la puerta de su casa

hierros, verjas, vergas viejas

se recogen chatarras de todo tipo
oiga, el chatarrero ha venido
a la puerta de su casa

en blanco y negro
como entonces
domingo de Ramos, festividad de Pascua
te saca del sueño
ahora voz metálica en el megáfono
como un hito en el camino
regresa, como una maldición

metamorfoseado flautista
traficando miseria