sábado, 9 de junio de 2012

treinta y uno

Jorel Duarte Casares,  témpera sobre papel, 25 meses
las figuras geométricas perfectas
que traducen lo real
en los libros que lees
te las apropias
con concentrada destreza
y juego de pincel y color
a tientas




Jorel Duarte Casares, lápices de color, 25 meses
aparecen
en polígonos irregulares
continentes
de los que todavía ni sospechas
su existencia

un mapa de España
casi real



geometría de las formas
simbología primera


treinta

Jorel Duarte Casares, rotulador, témpera y papel, 25 meses

la perfección del círculo hace su entrada
en tu universo de mundo y formas
confundido

con vaso y botella
dibujamos círculos concéntricos
en la página

yo relleno de rojo
tú prefieres el azul

añades un fondo de pincelada irregular
con regularidad en el punteado

forma pura en el caos

veintinueve

Jorel Duarte Casares, impresión de manos, témpera sobre papel, 26 meses

terminadas piscina, vacaciones y verano
volvemos a la caja de témperas y pinceles
que has ido embadurnando en cartones por la pared del patio

del accidente recuerdas tus dedos manchados
y el gozo de pintar con las manos

te pondrás perdido y no hay piscina ni baño posible
hace frío, te digo
pero testarudo insistes
y me ofreces
abiertas
de par en par
tus manos

te pinto con el pincel la punta de los dedos
más, más
insistes
te pinto con el pincel los dedos
y estoy perdida
hasta que la pintura no embadurna tu mano

dejas tu impronta
sobre el papel en blanco
te fascina tu huella

no hay manera de proponerte un cambio

una y otra vez

huella de tu ser y estar

¿es ese el milagro?

veintiocho

Jorel Duarte Casares, rotulador negro y papel, 25 meses




hemos estado lejos

vuelves a casa
y  pintas

te digo flor
y dices no
"po"

toda una familia de pulpos
así, en fuga
como cuando con tu mano chica
haces sombras chinescas en la pared
y tus dedos impulsan en la sombra

el pulpo negro                                                          
                                                                          pared arriba
                                               en diagonal
                          que huye
                                       
                                

veintisiete

Jorel Duarte Casares, rotuladores y papel, 23 meses



un fondo de animales
va tomando lugar en tu cabeza
apacibles y amigos
osos, conejos, burros,
ranas, jirafas, hormigas
se confunden con los patos que nadan junto a ti en la piscina

son días de sol y agua
siesta larga
y plastilina a manos llenas

nos hemos olvidado de pintar

revuelves todo y buscas por todos los rincones
¿qué buscas? te pregunto
y vas de bote en bote de lápices y bolígrafos
buscando

ah! ¿los rotuladores?
sí, sí

y me regalas esta cabeza de animal
¿oso, rana?

qué mas da

jueves, 7 de junio de 2012

sol y casa con humo

 (inicio)
sol, dices
y esparces su semilla
de círculos cambiantes
de color y rayos erizados
por el blanco inmenso

(fragmento)
en el pliego de papel
paras el tiempo
como si ya supieras
del tránsito del astro
su plan pautado
de fulgor y de ocaso
de vida y muerte
tú, mi naciente Orfeo



(fragmento)
y entre tanto sol y rayo
un atisbo de larva que trepa
por humo azul o luz
un caracol al umbral de una gruta
los ochos como homúnculos
lejanos en su marcha
cuadrados, círculos, triángulos
formas geómetricas
de desolada perfección
en el inmenso universo
que acaso rige el caos
una casa que eleva al infinito su humo circunspecto
en medio del fragor de esa sílaba  
            sol
que te llena la boca
y todo lo penetra

Sol
Jorel Duarte Casares
témpera sobre papel
(100 x 115 cm.)
6 junio 2012

lunes, 4 de junio de 2012

José Antonio Cáceres

José Antonio Cáceres, otoño de 2011, dedicándome su "Invitación al viaje" porque le gustaría a mis nietos

Como un escolar aplicado, José Antonio Cáceres ha ido construyendo, tejiendo, devanando una inmensa obra literaria, pictórica, experimental y he tenido el privilegio de ir, con su misma paciencia, creando el espacio donde sus palabras, sus pinturas, sus experimentaciones y su trayectoria personal se hiciera accesible para disfrute de todos aquellos a quienes pudiera interesar. De la puesta en orden y edición de la obra poética completa, proyecto becado por la Junta de Extremadura dentro de las Becas a la creación poética, me he adentrado en las nuevas tecnologías como único medio que escaparía a los avatares de apoyos privados o subvenciones institucionales para dar a conocer su vasta obra. Con conocimientos rudimentarios de técnica infórmatica y fotográfica y gracias a la ayuda, primero, de Maria Jesús Manzanares y, luego, de Marta Portalés, webmaster de la página de Cáceres, dentro de poco toda su obra (que es tanto como decir la obra que el autor nos ha autorizado a difundir) estará disponible en la red así como todos aquellos enlaces a reseñas o estudios en los que su obra o trayectoria es tenida en cuenta. Esta labor de hormiga se ha visto recompensada con la publicación de uno de sus libros clave, Moradas, en la Editora Regional de Extremadura gracias al apoyo de Luis Sáez. Ahora, el 29 de junio, con la colaboración del Plan de Fomento de la Lectura y su directora, Rosa Lencero, tendrá lugar la presentación del libro en el Museo Pérez Comendador de Hervás, espacio estimado por José Antonio, asistente asiduo de sus conciertos y exposiciones. Una semblanza del autor puede leerse a través de la entrevista realizada con motivo de esta presentación y para cuya elaboración, sin duda, ha sido ya útil la documentación expuesta en la web. Aunque queda todavía mucho trabajo por hacer, ya hay importante documentación disponible.
No ha sido posible sacar Autosugestión, su obra completa discursiva, en papel. Y menos mal que no lo hicimos, porque es una obra que sigue creciendo, con un nuevo grupo de poemas, Poemas del despertar.
Crisis obliga, tampoco será posible hacer la exposición prevista de documentos del autor, en la Biblioteca de Extremadura, dentro del proyecto Voces poéticas Extremeñas

Mi agradecimiento a todos los que hacen posible un mayor conocimiento de uno de nuestros autores más importantes, deliberadamente ajeno al mundanal ruido de las letras, sus vanidades y miserias.




domingo, 27 de mayo de 2012

veintiséis

Jorel Duarte Casares, lápices de colores y papel, 23 meses


me das, de nuevo, el turno
y ¿qué pinto?

¿pintamos el cestillo de los huevos?
asientes con un breve mugido
y un golpe brusco de cabeza


pinto y como no sé, Jorel,
el dibujo sale con pinta de lata de sardinas

y con tu trazo tierno
no te preocupes, yo sé
pones dos huevos
como dos ojos dentro

y el frenesí divertido
del huevo que sale huyendo
como si estuviera frito

veinticinco

Jorel Duarte Casares, rotulador y papel, 23 meses


descubro el placer de pintarte caracoles
con variaciones de cuernos y conchas
con pies largos o estriados

te dibujo un caracol

¿otro?, abuela, nooooo
me arrancas la hoja de la mano
y me gritas, a tu modo, 
pintando en arrebato:

me salen por los ojos
la nariz
y las orejas

veinticuatro

Jorel Duarte Casares, rotuladores y papel, 23 meses


te propongo los números
los sigues
los cuentas
fascinado
con tu lengua de trapo

luego giras la hoja
y pintas

¿te sientes como un mosquito
borracho de tinta negra?

veintitrés

Jorel Duarte Casares, rotuladores y papel, 23 meses


y todo en derredor del blanco
el centro 
la espiral de color

veintidós

Jorel Daurte Casares, rotuladores y papel, 23 meses


exploras el espacio
y te sales de los bordes de la página

gris y negro
se complementan
como el ying y el yang

veintiuno

Jorel Duarte Casares, rotulador y papel, 23 meses


ha habido luna llena
y has visto
un eclipse total

como un maestro oriental
nos regalas 
un haikú visual

veinte

Jorel Duarte Casares, lápiz negro y papel, 23 meses


son pesados
los peces
en el reverso de las fotocopias de desecho


cuando regresan
inmensos otra vez

les opones tu vocales

a o i

y la cara sonriente
de un retrato


diecinueve

Jorel Duarte Casares, lápiz negro y papel, 23 meses


aparecen tan pequeños ahora 
al reverso
los peces abisales
que no puedes por menos
de indicarnos
que los recuerdas
así de negros
así de grandes

dieciocho

Jorel Duarte Casares, lápiz rojo y papel, 23 meses


hemos andado dibujando fantasmas
y fantasmando por todos lados

a las terroríficas formas abisales
que te insolentan
opones
con gracia
un fantasmita
enojado

diecisiete

Jorel Duarte Casares, lápiz rojo y papel, 23 meses


sí, abuela, lo he visto
me dices con trazos rápidos
violentos, casi
cuando te pregunto
por la imagen del reverso

ese pez todo ojos y dientes
y cresta de espinas

dieciséis

Jorel Duarte Casares, lápices de colores y papel, 22 meses


andas, con las vocales, abstraído

a e i o u

dicen tus labios todo el día
bajo cualquier pretexto
a la mínima

contra los negros peces
en el revés, en la fotocopia
se desgajan los ojos en formas separadas
nuevas galaxias en torno al sol

como conatos de letras

quince

Jorel Duarte Casares, lápices de colores, 22 meses


otra vez las monstruosas formas abisales
vienen entre las hojas

pintas de verde el ojo que mira
desde el revés 
en la fotocopia

quatorce

Jorel Duarte Casares, lápices de colores y papel, 22 meses


de todos los paseos vienes cargado de flores

terminado el dibujo
pones el lápiz de color en mi mano
y me indicas

colorea, me indicas con tu mano

y obediente alumna
te sigo el paso

trece

Jorel Duarte Casares, lápices de colores y papel, 22 meses


siguen acosándote en las fotocopias
los monstruos de los abismos
que no quieres ver ni te interesan

lanzas las hojas bruscamente
y van a caer a los restos
del plato de comida

de pronto
entre la mar de monstruos
una rana incolora

me das el verde
y te la coloreo
a duras penas prende el tenue color en la negra tinta

me quitas la hoja
le das la vuelta
y pintas

¿quién se asoma?

un rostro de niño
tu cara misma


doce

Jorel Duarte Casares, lápices de colores y papel, 22 meses


emergen del mar de fotocopias
los oscuros peces abisales
das la vuelta a la hoja
y pones a tu ojo escrutador a asomarse

ya tienes experiencia del mar

y parece que emerge aquí mismo
sobre el inmenso mar
el sol bien alto
de luz cegadora
alegra dicha

once

Jorel Duarte Casares, rotuladores y papel, 22 meses



el ojo, el centro 
se disocia

todas las técnicas vienen a hacer presencia
sigues la misma estrategia de selección

de pronto, el negro

el frenesí del negro
gana la partida


diez

Jorel Duarte Casares, rotuladores y papel, 22 meses


el envase de cartón de los rotuladores 
está ya roto del trasiego de colores

te he dispuesto en un cesto
toda la gama a ojos vistas

recibes el cambio
con un gritillo de gozo

coges el rotulador
quitas el capuchón
me das el capuchón
pintas
tapas con el capuchón en mi mano
dejas en mi mano el rotulador
vuelves al cesto y coges otro

cuando intento devolver el rotulador al cesto
me dices no con la mano

escena repetida

pruebas
quieres probar todos los colores
acumulación de experiencia
la misma forma
los mismos trazos combinados
todos los colores en diálogo

¿todos?
falta el negro
pero ahora
ni lo sospechas



nueve

Jorel Duarte Casares, rotuladores y papel, 21 meses



coloreas
y te quedas pensativo

cambias de color
pero el cambio no es impulsivo
un proceso de selección paciente
casi con dudas
tiene lugar

montas colores
y los miras

¿qué miras?
¿qué penetran tus ojos
de la luz que descubres?

ocho

Jorel Duarte Casares, rotuladores y papel, 21 meses


hemos vuelto al papel
después de varios días 
garabateando por el suelo

y me deslumbras con este buen hacer
ya de maestro

la elipse está presente

el mismo sol
con variación de trazos
más sutiles ahora en el contorno

aplicación de la técnica de relleno de color
en el centro

siete

Jorel Duarte Casares, rotulador y papel, 20 meses


después me cuentan
que te han regalado un cuaderno
para colorear
y que te esmeras en no salirte de las líneas
tan pequeño…

quizá esa mancha
esa sombra que sacas del color
sea el relleno

el descubrimiento del punteo apenas esbozado
se convierte en festival de risas
en repiqueteo gozoso
como suave lluvia saltarina
en el tejado

seis

Jorel Duarte Casares, rotuladores y papel, 20 meses


te he traído una caja de rotulares nuevos

y lanzas un grito de alegría y de nervios
te lanzas al azul

los trazos han cambiado

las nubes, las flores
hacen su aparición

ves tanta posibilidad de color que te quedas paralizado

después con el violeta
pareces descubrir lo oscuro de la sombra
insistes en sacarla
te acompaña cuando sales
la miras extrañado

cinco

Jorel Duarte Casares, rotulador y papel, 20 meses


hace días que no pintas sobre el papel
en la pizarra del suelo
hemos ido pintando elefantes, flores
niños, marcianos
y ahora todo parece haberse complicado
abres así
con un breve calentamiento
un brusco cambio de color
arrepentido del rosa
con que has iniciado

como un adulto
calientas el magín
nada definitivo
hojas de ensayo

cuatro

Jorel Duarte Casares, rotulador y papel, 19 meses


hoja nueva

no cambias de color

sigue el naranja
su viaje en el papel

y así, sin pretensión alguna,
con trazos sin titubeos
de espirales y dientes de sierra
ya rutina en tu mano
levantas sobre mí este sol de incendio

que nos mira
alucinado

tres

Jorel Duarte Casares, rotulador y papel, 19 meses


hemos pintado soles
lunas estrellas
los días que ha hecho bueno
en la inmensa pizarra rojiza
que es el sendero de bici en el asfalto

llueve y rescatas los viejos rotuladores abandonados
una a gutural marca el naranja
que coges fascinado
comienzas con trazos certeros
primero una espiral
luego una hilera de dientes afilados
y un par de trazos
paras en seco
lo miras
lo desechas

dos

Jorel Duarte Casares, lápiz y papel, 19 meses


cambias de papel y de color
con trazo firme, certero
combinas la destreza del vórtice
con las líneas quebradas
y me muestras

te digo que es un sol

y dices sí
con un breve mugido
y un golpe seco de cabeza

uno

Jorel Duarte Casares, lápiz y papel,  19 meses



he traído papeles de desecho
viejas fotocopias inservibles
y las pongo ante ti

las miras 
las volteas
las desechas
una hoja llama tu atención

la coges
la miras
le das vuelta
y ahí sí
página en blanco
lápiz en mano
comienzas
indeciso
con un trazo
luego se acoplan los trazos quebrados
y viene el vértigo
del vórtice en las líneas
los mismos ojos desencajados
cuando pones el mundo a girar en derredor
todo borracho

jueves, 17 de mayo de 2012

se van yendo quedo

Gao Xingjian, 1940.


 A Carmen Pérez Romero
maestra, amiga
in memoriam

se van yendo   quedo
sin gran ruido
amigos y maestros
rostros jóvenes otrora
congelados ahora en la pátina
ajena
de las fotografías
se nos van yendo

quedan
leve peso de letras manuscritas
su nombre     sin sonido
su teléfono   mudo
su casa    sin aliento
su mail    sin respuesta

carcomida
roída de ausencias
la agenda
miradas, manos, voces, risas
definitivamente idas

y nos quedamos huérfanos
de abrazos y de roces

sin labios que nos nombren

simétricamente solos
como ellos, ateridos

viernes, 27 de abril de 2012

el que habita bajo piedras

Plumilla y tinta china sobre cartulina

Para Fran Amaya que me dio el escorpión
Para Ángela Angelusa que me ofreció el tono y el inicio

qué silencio de llama
de sierpe que oscila como lengua
de borboteo de sombras en la luz
de arena que resbala
imperceptible
en una densidad de tiempo inmóvil
que pesa

qué silencio de hormiga
de lagarto, de araña
con sus huellas marcadas
como restos prehistóricos
en caminos sin tránsito

qué silencio de brisa
que no encuentra más hoja
que la piedra
y su raspar de líquenes
y silba en oquedades
como en tumbas
ya sin huesos ni memoria
del que allí yace

qué silencio de uña
que no escribe en el tiempo
hoy dormida
al acecho de otro rumor
que no sea la muerte

domingo, 22 de abril de 2012

Fin de fiesta

El cuaderno, Semanal de Cultura de la Voz de Asturias, desaparece en papel, la crisis se lo va llevando todo, pero seguirá en el blog El cuaderno. Hojeando el ejemplar del 15 de abril, me encuentro con un artículo sobre el editor millonario y comunista, Feltrinelli del que tuve noticia cuando preparábamos el homenaje a Mario Merlino en la revista En Sentido Figurado (enero 2010), tras su muerte. Me encontré una breve reseña de la vida de Feltrinelli en la web de Clara Obligado, que colaboró generosamente en el homenaje y acabé escribiendo un cuento, "Fin de fiesta" para Mario Merlino sobre Feltrinelli. Hoy descubro que su hijo Carlo Feltrinelli contó su vida en  Senior Service. Biografía de un editor (Tusquets, 2001) y pienso en el reguero de sangre que dejan a su paso  los que sueñan mundos posibles con exceso de acción.


FIN DE FIESTA
                              A Mario, esta vida ficcionada de un editor singular

A Gingiacomo Feltrinelli, editor del Gatopardo de Lampedusa, empezaron a confundírsele los sabores en la boca, las ideas en la cabeza, el deseo y la realidad, y el doctor Zivago diagnosticó un proceso de degeneración nerviosa. La percepción de matices gustativos se le fue haciendo fantasmagoría, y el delirio de papilas en la lengua, baile frenético de aromas, carnaval de sentidos. Cada cosa que introducía en la boca, fuera alimento, golosina, bebida o pasteles conocidos con el nombre procaz de teta de novicia, producía un estallido mágico y, poco a poco, desfilaban por su boca no sólo lo dulce, lo salado o lo amargo sino la certera corporeidad de lo evocado, en apretada alucinación gustativa. Beber un vino era encontrar de pronto, en el fondo de la lengua, toda la polifonía de sabores y aromas variopintos de la vida. No sólo la frambuesa, la miel o el regaliz colmaban con sus texturas la gruta de la boca, sino que hasta la mismísima calidez de los aromas a madera del ébano le electrizaba la piel como un relámpago. La miga mollar de la focaccia traía no sólo el olor de las muchachas de negros cabellos sueltos de Vía Vetusta sino la lozanía de las muchachas mismas. La corteza de una pizza margarita desplegaba los fuegos de poniente sobre el mar como espejismo en el estrecho de Mesina. Encontraba en las oquedades de las magdalenas apretado bullir de besos, de roces húmedos de labios y de lenguas ya gustados. Volvían los senos y los juegos amorosos al contacto de su lengua con el dulce mágico, como si los gozos de la vida escaparan del fluir del tiempo y se trocaran presencia pura.

Feltrinelli, el editor que soñaba una república de literatos, poetas y científicos, y comentaba con socarronería

− El gobierno de los filósofos siempre acabó mal, en catástrofe y parálisis por exceso de escrúpulos y falta de acción

avanzaba por la vida, como por un festival continuo, hechizado, embrujado. Zivago intuye el desastre que le acecha y le previene:

− El festival de su vida acabará como acaban todas las fiestas, en sabores de vómito y aromas de detritus, sin vuelta atrás. No es mortal, ni nada grave, mi querido Giangiacomo, pero no tiene cura.

Le cuenta que las degeneraciones nerviosas en aquellos a los que les afecta la vista provocan visiones de paraísos que no existen: flores y tapices de pájaros volando, retículas de color y estampados de papel pintado; un mundo feliz y abigarrado, que se abisma hacia lo negro y oscuro definitivo del apagón final.

− A veces, -añade- previo paso por un mundo aterrador habitado de pulular de insectos sin cuento y criaturas terribles que obligan al que lo sufre a vivir con los ojos permanentemente entornados. Feltrinelli, que sueña la igualdad de los hombres bajo la intoxicación de caviar mezclado con champaña, que hizo siempre su sacrosanta voluntad y tuvo el privilegio de saborear los goces de la vida dos veces, en presencia y evocados. Feltrinelli, el comunista multimillonario, maldice a Zivago cuando le anuncia el sabor del vivir proletario con todos sus matices, sin filtro metafórico posible, como una pesadilla.

− Y tú, doctor ignaro, mentecato, nulidad burguesa, ¿nada has de hacer para evitarlo?

Entonces urde un plan para un final de fiesta con traca y fuegos de artificio digno de su nombre, Fel-tri-nel-li,
como otros tantos estallidos de petardos en cada una de sus sílabas: sabotear las luces de Milán antes que el
sabor y el aroma de la miseria humana –que no entiende de castas ni ahorra el sufrimiento al potentado− lo alcancen. Dejar a Milán sumido en una profunda e interminable noche, como aquella hacia la que él se abisma.

Lo que no sabe, mientras sujeta con los dientes el cable de la bomba que prepara, es que Zivago ha errado el diagnóstico, que la enfermedad que le aqueja es no sólo grave, sino mortal por desesperanza. Cuando aprieta firme los dientes sobre el cable, un breve crujido recorre las mandíbulas, un sabor hediondo le impregna de la lengua a los pedos, como si una cucaracha le vertiera sus entrañas boca adentro. Escupe bruscamente, palmoteando en el aire, el cable. Vuela de golpe el artefacto, salta, brinca en las baldosas y… Lo que sucedió entonces es de todos conocido, y ya es historia.

jueves, 19 de abril de 2012

Tabula combinatoria

Tabla combinatoria, Athanasius Kircher, Turris Babel, Amsterdam, 1679.  Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos, Siruela, 2007 (p. 280)



































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A          de almoneda
B       de banco
C       de capital
D      de déficit
E           de efectivo
F            de finanzas
G          de ganancia
H          de hipoteca
I             de interés
J            de jornal
K          de knut
L            de liquidación
M         de mercado
N          de negocio
Ñ          de ñiquiñaque
O         de obligación
P            de pagaré
Q          de quiebra
R          de rédito
S            de siniestro
T          de tesoro
U          de usura
V          de volátil
W         de wergel
X          de xenofobia
Y          de yield
Z          de zurupeto

No me gusta el mundo que convocan


lunes, 16 de abril de 2012

Simetría del cuerpo

Claudio Duarte, 2006
Gran parte de los poemas que forman el Libro del arrebato de Ángeles Pérez López parecen emerger de un fragmento en prosa de la novela La montaña mágica de Thomas Mann. La traducción libre, poética, de una idea, la simetría del cuerpo, se hace explícita en el poema de Pérez López "Dos piernas, dos rodillas, dos tobillos" y recorre y fecunda  casi todos los poemas del libro. El mismo tono de exaltación jubilosa del cuerpo recorre ambos textos. La torsión de uno a otro texto radica en que de la declaración de amor, pura presencia de cuerpos en el primer encuentro entre Hans Castorp y Madame Chawchat, pasamos en el texto de Pérez López a la recreación en ausencia del encuentro amoroso, desgranado jubilosamente a lo largo de todos los poemas que conforman el libro y donde la anatomía del cuerpo, como en el fragmento de la declaración amorosa de Hans Castorp, constituye el eje de torsión, de creación del texto. Sin embargo, hay una diferencia notable entre ambos. Si la declaración de amor de Hans Castorp está teñida de exaltación amorosa más allá de la muerte y de plegaria rendida ante la dama, de rodillas, sin tocarla, amor platónico, casi místico; en el Libro del arrebato el ejercicio espiritual o la unión de amor y muerte están ausentes. El tema central no será la muerte y la decrepitud del cuerpo, sino la soledad del hombre en la inmensidad de un universo que pesa.

Claudio Duarte, 2006
Regarde la symétrie merveilleuse de l'édifice humain, les épaules et les hanches et les mamelons fleurissant de part et d'autre sur la poitrine, et les côtes arrangées par paires, et le sexe obscur entre les cuisses! Regarde les omoplates se remuer sous la peau soyeuse du dos, et l'échine qui descend vers la luxuriance double et fraîche des fesses, et les grandes branches des vases et des nerfs qui passent du tronc aux rameaux par les aisselles, et comme la structure des bras correspond à celle des jambes. Oh les douces régions de la jointure intérieure du coude et du jarret avec leur abondance de délicatesses organiques sous leurs coussins de chair! Quelle fête immense de les caresser ces endroits délicieux du corps humain! Fête à mourir sans plainte après! Oui, mon Dieu, laisse-moi sentir l'odeur de la peau de ta rotule, sous laquelle l'ingénieuse capsule articulaire sécrète son huile glissante! Laisse-moi toucher dévotement de ma bouche l'arteria femoralis qui bat au fond de ta cuisse et qui se divise plus bas en les deux artères du tibia! Laisse-moi ressentir l'exhalation de tes pores et tâter ton duvet, image humaine d'eau et d'albumine, destinée pour l'anatomie au tombeau, et laisse-moi périr, mes lèvres aux tiennes!

Claudio Duarte, 2006
¡Mira la simetría maravillosa del edificio humano, los hombros y las caderas y los senos floridos a ambos lados del pecho, y las costillas alineadas por parejas, y el ombligo en el centro, en la blandura del vientre, y el sexo oscuro entre los muslos! Mira los omóplatos cómo se mueven bajo la piel sedosa de la espalda, y la columna vertebral que desciende hacia la doble lujuria fresca de las nalgas, y las grandes ramas de los vasos y de los nervios que pasan del tronco a las extremidades por las axilas, y cómo la estructura de los brazos corresponde a la de las piernas. ¡Oh, las dulces regiones de la juntura interior del codo y del tobillo, con su abundancia de delicadezas orgánicas bajo sus almohadillas de carne! ¡Qué fiesta más inmensa el acariciar esos lugares deliciosos del cuerpo humano! ¡Fiesta para morir luego sin un solo lamento! Sí, Dios mío, déjame sentir el dolor de la piel de tu rótula, bajo la cual la ingeniosa cápsula articular segrega su aceite resbaladizo! ¡Déjame tocar devotamente con mi boca la "arteria femoralis" que late en el fondo del muslo y que se divide, más abajo, en las dos arterias de la tibia! ¡Déjame sentir la exhalación de tus poros y palpar tu vello, imagen humana de agua y albúmina, destinada a la anatomía de la tumba, y déjame morir con mis labios pegados a los tuyos!
Thomas Mann,  La montaña mágica
trad. de Mario Verdaguer, Ediciones G.P., 1972, pp. 435-436


Claudio Duarte, 2006
Dos piernas, dos rodillas, dos tobillos, 
los dedos diminutos de los pies
que son tan parecidos unos a otros
y suman sus falanges en parejas,
los huesos semejantes, sucedidos
y su contaduría vertebral
para escribir el peso o el fulgor
son nómina y carbón en papel copia,
perfecta simetría con que el cuerpo
busca no estar tan solo y se consuela
del lunes y su abrazo envenenado.
Por eso se acompasa en paridad,
escruta sus meninges, sus alardes,
su tiempo entristecido y concluyente
y cuenta sus costillas mientras gime,
porque es inmensa la llanura sola
y el sol está tan lejos como el mar.
El día en que nos faltan los afectos,
palabras olvidadas como trébede,
justicia, lapicera o resplandor,
cuando estalla la flor de la torpeza
y aroma los manzanos al troncharse,
el cuerpo se conforma como puede,
busca su concordancia, su acomodo
para la ley de las compensaciones
y balancea su peso duplicado
por el estrecho beso de lo dual.
Tan sólo los impares desiguales
-el sexo, el corazón o la cabeza-
revientan en su plomo solitario,
reclaman con ardor para la sed
y exigen de algún modo compañía,
un canto en que se enreden otras voces
haciendo más liviano el universo.



Ángeles Pérez López
Libro del arrebato
Alcancía, 2005, pp. 9-10